Llevas meses entrenándote al máximo, dedicando cada minuto de tu tiempo y tu vida personal para dar el máximo de ti en esa competición.
Sientes que esta vez estás fuerte y puedes conseguir algo muy grande, las marcas que consigues en los entrenamientos son fantásticas, te sientes bien.
Pero…
El día de la competición un pequeño vampiro se instala en tu mente y empieza a minar tu confianza.
Al principio es algo muy sutil, quizás el recuerdo de alguna lesión, puede que un mal resultado en una carrera anterior, o quizás el clima tampoco acompañe demasiado.
El caso es que por alguna razón tu mente se ha anclado a esos malditos pensamientos negativos y el nubarrón sobre tu cabeza cada vez es más grande.
Se avecina tormenta.
Y lo que parecía una competición prometedora ha terminado siendo un auténtico desastre.
Si estas sensaciones te resultan familiares entonces este post es para ti.
Te traigo una técnica que aplico cada día en mi trabajo y un ejercicio práctico para ayudarte a trabajar tu mentalidad y poner un poquito de sol en esos días de enormes nubarrones.
¡No te lo pierdas!
Descubre una técnica muy eficaz para recuperarte de un mal resultado en competición.
La diferencia entre exigencia y excelencia
¿Cómo enfocas tus objetivos deportivos? ¿Te exiges y te castigas si no obtienes los resultados que esperas o por el contrario intentas hacerlo lo mejor posible teniendo en cuenta tus posibilidades reales?
¿Trabajas desde la exigencia o desde la excelencia?
La exigencia asfixia, la excelencia MOTIVA.
Tus marcas deportivas no puede definir tu valía como deportista, es tu capacidad de entrega y tu nivel de compromiso lo que realmente te hace.
Déjame decirte una cosa: la perfección no existe, no es real.
La capacidad para aprender de los fallos SÍ lo es.
Los fallos te dan una estupenda pista para saber en qué tienes que mejorar, así que es importante que los analices sin obsesionarte, y que intentes aprender todo lo posible de ellos.
Así que, la próxima vez que tengas un mal resultado en competición.
Recuerda que has dado lo mejor de ti para estar donde estás, aprende todo lo posible de los errores y siéntete orgulloso de tu esfuerzo y de tu lucha.
Cómo recuperarte de un mal resultado en competición.
Un pequeño ejercicio para trabajar tus bloqueos mentales
Cuando los atletas experimentan fracasos, en un altísimo porcentaje de los casos (a excepción de accidentes y lesiones) se debe a una mala gestión de las emociones en competición.
Muchas veces el propio miedo a fallar se convierte en la causa más importante del fallo, por eso tener una buena gestión de los errores es tan importante.
Voy a proponerte un pequeño ejercicio (es fácil, no te asustes 😉)
«Quiero que por unos segundos cierres los ojos y centres tu atención en lo que te dices a ti mismo cuando no estás satisfecho con tus resultados.
Este es tu diálogo interior.
Escucha lo que te dices sin juzgarte, solo tomando nota mental de ello. ¿Lo tienes?
Muy bien, ahora, por favor, anota en un papel esos pensamientos».
¿Has reconocido lo que te dices a ti mismo?, ¿cuál es tu diálogo interior?
Puede que alguno de estos ejemplos te resulten familiares (son ejemplos reales de deportistas con los que trabajo en el programa Be Talent):
- No me siento lo suficientemente preparado
- Siento que voy a fallar y que voy a decepcionar a mi gente
- Siento que aún estoy débil por esa lesión y que va a perjudicarme
- Siento que mis rivales están más preparados que yo
- Siento que no lo he dado todo…
Intenta anotar tantas ideas como te vengan a la cabeza.
Ahora, busca la forma de darles la vuelta y vuelve a escribirlos en positivo; puede que te cuesta un poco al principio, que te parezca algo simple, pero es un buen ejercicio para trabajar tu mentalidad:
- Me he preparado lo mejor posible y sé que voy a dar mi máximo
- Sé que los míos van a apoyarme y además cuento con mi propia fuerza
- Voy a dar lo mejor de mí a pesar de la lesión, eso no va a ser un freno
- Voy a concentrarme en lo que he entrenado y a olvidarme de los rivales
- He entrenado muy duro y ahora voy a disfrutar este momento…
Es muy sencillo, ¿verdad?
A partir de ahora, cada vez que uno de esos pensamientos negativos invadan tu mente, déjalos ir y sustitúyelo por el pensamiento contrario, y si puedes verbalízalo en voz alta.
Poco a poco tu mente irá asimilando esos pensamientos y los convertirá en algo automático y conseguirás cambiar ese diálogo interior tan tóxico.
¿Qué tal, has hecho el ejercicio?
¡Espero que te haya servido de ayuda!
Sería estupendo si explicases en los comentarios cuáles son los pensamientos negativos que suelen venir a tu mente y por qué pensamientos positivos has conseguido darles la vuelta.
¡Estoy deseando leerlos!
Que tengas una feliz semana,
Mónica.
Deja un comentario