Nunca un deportista que juega nervioso o alterado emocionalmente podrá rendir al 100%.
“No puedes enfocarte en lo que está saliendo mal, siempre hay una forma de dar vuelta a las cosas»
Alegría.
Una de las películas que tras su visionado me dejó más reconfortada, pensativa y extrañamente feliz fue Inside Out. Aún hoy la ‘celebro’ y revisito siempre que puedo. Qué manera tan magistral para explicarnos, a pequeños y a mayores, el efecto que tienen las emociones en nuestras vidas. En nuestros pensamientos, en nuestras acciones, en nuestros bloqueos. ¿Qué especie de magia interviene y nos hace reaccionar de una manera otra? Antes que nada, un pequeño resumen.
Alegría, Tristeza, Ira, Miedo y Asco son las emociones que siente Riley Andersen y que rigen su vida, siendo la Alegría la emoción más poderosa y predominante. Es, en esencia, una niña feliz. Pero cuando los padres de Riley, que tiene 11 años, deciden mudarse desde Minnesota a San Francisco, el proceso de adaptación a la nueva casa, barrio y colegio sacude por completo su vida y, con ella, el papel que cada emoción genera en Riley. La tristeza, el miedo y la ira ganan terreno y enturbian su, hasta el momento, apacible vida.
En ese momento, las emociones deben trabajar de forma conjunta para que Riley se sienta a gusto con su nueva vida, con lo malo y con lo bueno, pero descubrirá (y nosotros con ella) que veces no es fácil y que intervienen nuevos elementos en un lugar en el que ‘perderse’ es muy fácil: la mente.
Que Riley sea una niña feliz no quita que en algún momento sienta tristeza, ira o miedo. Porque esa parte no deseada, existe. En el caso de la protagonista, es una mudanza y a lo largo de su vida serán otras cosas, otras decepciones, otros retos, otras situaciones no deseadas o tristes. Lo mismo les sucede a sus padres. El quid está en que esa emoción negativa pueda dirigir o no el centro de operaciones general.
¿Qué nos enseña Inside Out? Que los acontecimientos están ahí, al acecho. Lo importante es el lugar que dejamos a cada emoción y cómo conseguimos transitar por ella sin dejarnos dominar por ella. Sin que tomen el control. De hecho, que las emociones hagan acto de presencia es necesario y positivo. Escucha: tus emociones están tratando de decirte algo, también las negativas. Nos dan información. Igual que la sed nos indica que debemos beber agua. Si sentimos miedo, tristeza o ansiedad, es probable que sea algo importante para nosotros. Precisamente, en la película Inside Out lo explican de forma extremadamente fácil: el miedo nos ayuda a mantenernos con vida.
No podemos bloquear esas emociones. Precisamente, es cuando nos resistimos, cuando logran hacerse más fuertes o ‘indomables’. El mundo del deporte es un campo minado de emociones. De la alegría a la tristeza, de la euforia a la ira, pasando por el bloqueo, la negación, la confianza, la frustración o la ansiedad. Por eso mismo, vaya por delante una máxima: no debemos controlarlas, solo debemos gestionarlas (que nos es poco). Escucha: tus emociones están tratando de decirte algo.
En este punto, debes saber que las emociones viven en el mismo lugar que nuestras ‘amigas’ las hormonas, lo que lo hace todo mucho más complejo. La psicóloga Marian Rojas Estapé, lo explicaba de forma fácil en una entrevista reciente de la que recupero un extracto. “Cuando una persona se intoxica de cortisol, quien toma las riendas de tu mente es la amígdala, relacionada con el centro del miedo. Y la corteza prefrontal es la zona que se dedica a darse cuenta de lo que está bien o mal, a profundizar… Esa zona se desactiva y respondes en base a tus impulsos, a tu esencia, a lo que eres tú, sin pensar. Son instintos de supervivencia y ahí es donde nace la agresividad, cosas que no son tan elaboradas mentalmente, y por ello nos lleva a tomar decisiones basadas en impulsos y no en un buen razonamiento”.
En un partido de tenis, siempre hay espacio para el enfado (con uno mismo, con el jugador contrario, con el árbitro y hasta con el público). Pero, ¿por qué hay jugadores –no todos- que terminan increpando al público y estrellando sus raquetas contra el suelo? Por una falta total de gestión de las emociones. La ira se apodera de todo y rige cada acción sin espacio para la reflexión o la aceptación.
A estas alturas seguro que pensarás: no es tan fácil. ¿Cómo puedo hacerlo? Aquí unos consejos:
1.- Céntrate en aquello que sí puedes controlar. En una competición o prueba hay cosas que no puedes controlar (el tiempo, los rivales, el público…). Pero hay otros muchos elementos que sí dependen de ti. Tus competencias. Tu talento. Tu trabajo. Céntrate en ellos.
2.- Si tienes una mala racha o un mal juego, no te instales en el fallo y adelantes tus consecuencias. Recupera el foco. Aprende del error. Analiza dónde se está produciendo el error e intenta neutralizarlo.
3.- Si la ira o la frustración se apoderan de tu mente, lo harán de tu cuerpo. No van a dejar que te concentres en tus posibilidades de victoria. Aléjate de esa emoción. Rompe con ella con un pensamiento, una canción o cualquier ejercicio de respiración que te aleje de ese nudo.
Para crecer como persona, tendrás que enfrentarte a las emociones complicadas. Incluso, disfrutar de ellas. ¿Se puede disfrutar en un partido de alto voltaje? ¿Es posible disfrutar de la competición? En este podcast encontrarás la respuesta.
Recuerda, escucha: tus emociones están tratando de decirte algo.
Te leo aquí debajo.
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